miércoles, 7 de noviembre de 2012


Una de las manifestaciones más interesantes de la cultura maya es su religión; a través de ésta podemos penetrar en el pensamiento del hombre y responder a innumerables preguntas que dan sentido a su existencia. Los mitos cuentan cuál fue el origen del cosmos, de los dioses, de los hombres, de los animales y de las plantas que forman el entorno maya. La razón por la que las deidades deciden crear a los seres humanos es para tener quien los sustentara, pues los dioses, si bien son las manifestaciones de diferentes fuerzas y elementos de la naturaleza como el Sol, la Luna, la lluvia y el maíz, no son omnipotentes y por ello necesitan de la ofrenda de los hombres. Así surgen los ritos, conductas sagradas por la que los mayas se acercaban al universo divino y gracias a un intercambio de dones se mantenía la armonía del cosmos. Y el don más preciado que podía ofrecerse era la propia sangre, ya sea por medio del auto sacrificio o bien ofrendando la vida de otros seres humanos.
Los mitos de origen mayas son una explicación simbólica del universo y contienen el pensamiento indígena que relata el significado de los dioses, del mundo y del hombre
Los mitos mayas explican que la razón de la creación del mundo fue para brindarle al hombre un lugar para vivir y desde ahí pudiera venerar a sus dioses, por ello eran necesario seres humanos conscientes, inteligentes, capaces de reconocer y sustentar a sus creadores.


MITOS
En el mito quiché llamado Popol Vuh, texto escrito en el siglo XVI, se asienta que en el tiempo primordial estático, cuando sólo existían el cielo y el mar confundidos en una gran masa de agua, estaban los dioses creadores, quienes deciden la existencia del hombre y del mundo. Estos dioses se presentan en parejas como aspectos diversos de una gran deidad creadora: Tzacol y Bitol, el “Creador” y el “Formador”; Alom, “Madre” y Qaholom, “Padre”, Hunapú Vuch, “Cazador zarigüeya o tlacuache” (dios femenino del amanecer) y Hunahpú Utiuh, “Cazador coyote” (dios masculino de la noche); Zaqui-Nimá Tziís, “Gran Pizote blanco”
(diosa madre vieja) y Nima Ac, “Gran Jabalí montés”; U Qux Cho, “Corazón de la laguna” y U Qux Paló, “Corazón del mar”; Ah Raxá Lac, “Señor del plato verde”, la tierra y Ah Raxá Tzel, “Señor de la jícara azul”, el cielo; esta pareja es también una deidad andrógina llamada U Qux Cah, “Corazón del cielo”.

Los diferentes elementos que constituyen la creación: árboles, plantas y animales son formados a través de la palabra; los animales son interrogados por los dioses para saber si pueden reconocerlos y venerarlos, pero por carecer de conciencia fueron incapaces de adorar a sus creadores. Entonces los dioses forman, en diferentes etapas cósmicas, hombres de barro y de madera, que tampoco respondieron a sus deseos, por lo que fueron destruidos sucesivamente por un diluvio de agua, o bajo la lluvia de resina ardiente. Los sobrevivientes de los hombres de palo fueron transformados en monos.
En otra historia sagrada titulada Anales de los Cakchiqueles se dice que los dioses crean a los hombres de una materia sagrada: el maíz, semilla que mezclan con la sangre de la danta y la serpiente, animales sagrados, y con ello obtienen al hombre esperado, aquél que reconoce la existencia de sus creadores y es capaz de sustentarlos.


Hunab-Ku
Entre las divinidades destaca Hunab-Ku, "Deidad uno" considerado como el dios supremo y creador dentro del panteón maya yucateco; ésta es una deidad a quien según parece no sele rendía culto ni se representaba en tiempos posclásicos; sin embargo de acuerdo con sus características, es un dios creador y dador de vida y fecundidad, que cuida y preserva la vida y el orden universal. Por sus características se identificó tras la Conquista con el dios cristiano.




Itzamná
A su vez se fusionó con Itzamná (Fig. 7), deidad celeste, quien puede representarse como una serpiente alada o un dragón que entrega rasgos de ave, jaguar, venado y lagarto. Simboliza la armonía de contrarios, pues reúne los grandes opuestos cósmicos. En el Clásico se manifiesta como un dragón bicéfalo, por ejemplo en el altar “O” de Copán se observa de un lado como un animal fantástico con garras de jaguar, y del otro como serpiente emplumada, con cabeza igual a las del dragón. En otras imágenes como en el Templo de las Inscripciones de Palenque aparece como serpiente emplumada bicéfala, con cabezas muy estilizadas y las fauces abiertas.



El ritual
Uno de los aspectos que adquirió mayor relevancia en la religión de los mayas prehispánicos lo constituyó sin duda el ritual. Era el medio por el cual el hombre religioso expresaba de manera tangible su riqueza espiritual y entraba en contacto con el inquietante mundo sagrado, con los dioses y con aquello considerado sobrenatural; se buscaba, dada la naturaleza veleidosa de las deidades, granjearse su voluntad en beneficio de los seres humanos, y a su vez el rito se encaminaba a conocer cuáles eran los designios divinos sobre el mundo.
REQUERIMI
REQUERIMIENTOS PARA EL RITO
ENTOS PARA EL RITO
• Conformación de un microcosmos: elección de un lugar sagrado y su delimitación.
• Elección del día y de la hora propicia por medio de adivinación y cálculos adivinatorios.
• Purificación de los participantes (enlace con ritos purificatorios).
• Utilización de objetos nuevos confeccionados ex profeso o su purificación.

Los rituales se celebraban en espacios sagrados como templos, pirámides, patios, plazas y juegos de pelota que las más de las veces simbolizaban un microcosmos. También se celebraban en un espacio sagrado que el sacerdote adivino (Fig. 16) llamado chilam determinaba a través del cálculo de los ciclos temporales11 y del movimientos de los astros, el espacio y el momento en que se celebrará la ceremonia que constituía una irrupción en el tiempo sagrado, en el de los orígenes.

 
Los dioses mesoamericanos, como se añade no eran omnipotentes, necesitaban de la ofrenda de los humanos para subsistir, y ésa fue la razón primordial de la creación. Los mayas extraían su sangre de diferentes partes del cuerpo: de la lengua, los molledos de los brazos, o bien del miembro viril, que era la que contenía mayor energía fertilizante; luego se ungía a la imagen del dios o bien se derramaba en papeles que se quemaban, para que el humo pudiera llegar a los seres incorpóreos.
Las divinidades también realizaban la misma acción: en el Códice Madrid se ve a varios dioses alrededor de un templo, algunos de la vida y otros de la muerte, que se unen a través de una cuerda que pasan por el pene, vinculando, a través de su sangre las energías cósmicas opuestas, para causar la vida en el cosmos. Y en las fuentes escritas sobre Yucatán se alude al mismo rito. Con profundo fervor, varios jóvenes ensartaban un mismo hilo pasando la mayor cantidad que podrían por el pene, uniendo su energía viril para ofrendarla a los dioses. El ritual comunitario establecía una alianza entre el mundo sagrado y el
profano.
                                             
LOS RITUALES

Pero los dioses exigían más que un poco de sangre (Fig. 18), que es la que otorga la fecundidad por ello existe la posibilidad de que se agote, de ahí la constante ansiedad del hombre para lograr dicha regeneración. Así, recurrían a sacrificios de seres humanos provocándoles la muerte por diversos medios. Podía ser por decapitación, en los que la cabeza simbolizaba la mazorca de maíz, transformándose en un fruto simbólico del sustento del hombre; este hecho también se expresa en el Códice Dresde , donde la cabeza del joven dios del maíz está en el centro, sobre una gran pirámide y en medio de una ceremonia.

A la víctima se le brindaban bebidas embriagantes y otras drogas que debilitaban su voluntad, se le recostaba en el altar de sacrificios (Fig. 19), y sostenida de brazos y piernas por los chaacoob, ayudantes del sacrificador, denominado nakom, le arrancaban el corazón; luego el sacerdote principal, ah kin, lo ofrendaba al Sol o bien lo colocaba entre dos cajetes y a veces se le quemaba.

Los rituales para pedir la lluvia adecuada para las cosechas podían consistir en arrojar a lagos y cenotes víctimas, ya sea vivas o bien a las que previamente se les había extraído el corazón. Los grandes depósitos acuáticos eran una entrada al acuoso inframundo, recinto también de múltiples deidades. El cenote sagrado de Chichén Itzá fue testigo fiel de este ritual; se han encontrado en él numerosos restos de infantes, víctimas predilectas de los dioses pluvial
http://www.youtube.com/watch?v=Z5JRw06lCzM